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Subida a La Faya Los Lobos.
22 - 23 Julio 2022.
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Nalón Auto Sport.com
¿Qué significa para el automovilismo La Subida a La Faya los Lobos?.
Si hay un nombre evocador en la historia de la montaña asturiana ese es el de ‘la Faya de los Lobos’. Desde sus inicios en los años 70, la clásica subida de la cuenca siempre fue una de las más populares entre pilotos y público, llegando a su cenit cuando, con todo su recorrido recién asfaltado y protegido por doble guardarraíl, puntuó para el Campeonato de España en los años 89 y 90, coincidiendo también con una de las épocas de mayor apogeo del certamen nacional de montaña. Por desgracia, aquello fue tan bonito como breve, y la Faya acabó siendo, en cierto modo, víctima de ese éxito, no pudiendo seguir adelante en años posteriores y desapareciendo del calendario de la montaña de forma que parecía poco menos que definitiva.
Y aunque sus famosas paellas fueron escenario de numerosos ‘Príncipes’, se echaba de menos su presencia como prueba de montaña. Por ello, cuando hace un par de años empezaron los rumores sobre su posible retorno, el sentir general era de ilusión ante la recuperación de una prueba tan mítica. Algo que, finalmente, el entusiasta equipo formado antiguos miembros de la escudería y demás componentes del renovado Nalón Auto Sport, han conseguido en este verano del 2010, en el que la Faya entro en el siglo XXI… precisamente disputando su vigésimo primera edición.
Por mi parte, la Faya tenía el curioso antecedente de ser la única prueba de montaña a la que había asistido en directo cuando, de chaval, iba a las carreras. Fue, concretamente, en una lluviosa edición del año 81, justo una semana después de haber tenido mi ‘bautismo de fuego’, en lo que a fórmula 1 se refiere, en el circuito del Jarama, sede por última vez aquel año del Gran Premio de España. Después de asistir, desde la ‘pelousse’ de Bugatti, a aquella legendaria carrera en la que Gilles Villeneuve mantuvo a raya, todavía nadie sabe muy bien cómo, con su potente pero inconducible Ferrari turbo a los ágiles Talbot, Brabham, Williams, McLaren y Lotus atmosféricos, lo de seguir bajo la lluvia desde una embarrada ladera (¡por la que acabé resbalando y poniéndome perdido!) las evoluciones de coches mucho más modestos que pasaban de uno en uno cada minuto no me resultó especialmente excitante, así que la experiencia no tuvo continuidad. Pero, con los años, le fui ‘cogiendo el gusto’ a eso de la montaña, aunque fuese sólo a base de leer los reportajes en las revistas, y cuando en el año 2002 se inició esta ’aventura’ de ‘cita de campeones’, fue precisamente con las pruebas de montaña como principal foco de atención.
Así que, cuando la semana anterior a mi retorno a la Faya, veintinueve años después (¡como pasa el tiempo!), visionaba otra vez las imágenes de la ‘época dorada’ de la prueba, que Luis Rivaya cedió para su uso en el programa de Miguel Collado en Canal10, comprendía mucho mejor porque la subida había calado tan hondo en los que la vivieron con más intensidad que yo durante todos aquellos años. Y aunque los tiempos han cambiado, y con ellos, la montaña y sus reglamentos, había ganas de volver a pisar ese asfalto por el que, hace ya veinte años, habían pasado los mejores pilotos de la montaña nacional. Por ello, el madrugar un sábado de agosto, tras unos cuantos de ‘vacaciones de carreras’, se hacía razonablemente llevadero, y a eso de las 8 de la mañana ya recogía a Jose en La Felguera de modo que nos diese tiempo a llegar a Barredos, aparcar y ‘coger el autobús’ que la organización había preparado para subir a comisarios y prensa una vez estuviese cortada la carretera.
Aunque cuando salía de Gijón estaba lloviendo, lo que me hacía temer que, una vez más este año, iba a tocar mojarse en una prueba de montaña, el agua dejaba de caer ya a la altura de la Pola, y en Barredos el cielo estaba cubierto, pero no especialmente amenazador. Aprovechando que había previstas dos subidas de entrenos y dos de carrera, el plan era claro, hacer las de práctica, por la mañana, en las paellas de la zona alta, bajar a la asistencia del mediodía, y seguir las oficiales de la tarde ya más cerca de salida. El único inconveniente era que nuestra temprana hora de subida a la parte alta de la prueba nos impedía hacer la habitual ‘ronda’ por las asistencias previa al inicio de la acción, algo que tampoco facilitaba el escaso espacio disponible para las mismas, lo que las ‘desperdigaba’ a lo largo de más de un kilómetro, con varios de los camiones más grandes aparcados en el mismo Barredos, y el resto de participantes buscando acomodo en el tramo de carretera cortada desde el cruce hasta el inicio de la prueba.
Por el contrario, el ascenso en autobús nos permitía hacer un reconocimiento previo de todo el terreno, que nos servía para constatar como el paso de los años había ido dejando huella en aquel flamante asfalto recién echado que se veía en el vídeo de La Changa de 1989. El piso presentaba el lógico deterioro del paso del tiempo, con un par de ‘blandones’ y algún que otro bache aquí y allá para complicar aún más una subida de esas en las que ‘saber por dónde pisas’ es clave. Una subida preciosa y muy técnica, con sesenta curvas repartidas en más de cinco kilómetros, en su mayoría rodeados de tupida vegetación y sin apenas referencias ni zonas ‘vistas’, lo que hace de la Faya una de esas pruebas en las que aprenderse bien el recorrido es clave… algo en lo que coincidirían muchos pilotos cuando, horas después, les preguntábamos sobre la subida.
Sin preocuparnos por los tiempos, ya que, al fin y al cabo, se trataba sólo de un primer contacto y serían las mangas de la tarde las que definirían el resultado, aprovechábamos las dos mangas de entrenos de la mañana para sacar el mayor número posible de fotos y disfrutar del espectáculo. La primera la veíamos desde el exterior de la última paella de derechas, la segunda desde el interior de la de izquierdas situada unos metros más abajo. En ambos casos había motivos de sobra para pasárselo bien, destacando, entre los numerosos 'traseras' el 'show Ferrero'. El piloto del CAS, consciente de que la mecánica de su BMW no le permite optar a 'estar en los tiempos', daba una vez más un auténtico recital de 'derrapaje controlando', arrancando humo de las gomas de su coche y aplausos y vítores de los aficionados.
el nombre del ganador de esta primera Faya del siglo XXI: Roberto Solís. El triunfo del ‘guaje’ era el broche perfecto para la gente de Nalón Auto Sport, y casi me atrevo a decir que el resultado ideal para este emotivo retorno de la histórica subida de la cuenca. Un final feliz al estilo Hollywood fruto tanto del innegable talento de Solís como del día realmente flojo que tuvieron los dos principales contendientes al título regional, Palacio y Busta. En todo caso, que ni Oscar ni Fermín estuviesen del todo finos no quita un ápice de mérito a un Solís que volvía a competir tras seis años dedicado más a las bicicletas y a los coches, y conseguía, a la primera, un triunfo que en el año en el que hizo el nacional de montaña con un CM le costó toda la temporada alcanzar. Un triunfo merecido e incuestionable en una subida que conoce como pocos y que afrontó con una mentalidad ganadora capaz de hacerle superar la falta de ritmo de competición respecto a sus rivales. Una victoria que fue algo así como la guinda al pastel de esta recuperada Faya que esperamos siga en nuestro calendario por muchos más años.
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